(o sobre cuánto deseo conocer el Hato Piñero)
Municipio Girardot, estado Cojedes
Hace unos meses, mirando la Enciclopedia de los Municipios Venezolanos un domingo en la tarde, comencé a leer sobre el municipio Girardot. Pasando por encima de sus platos tradicionales (el tradicional pisillo de chigüire y los buñuelos con papelón), lo que más me interesó fue el Hato Piñero.
Desconocía que en Venezuela tuviéramos uno de los primeros ejemplos históricos de ecoturismo. Amantes del llano, la familia Branger tiene una especie de posada en un ambiente totalmente preservado de la contaminación. De hecho, albergan cientos de especies distintas de animales. Su atractivo turístico como posada reside básicamente en promover diversión natural, que no atenta ni altera la naturaleza.
Imagino que una de las bondades del hato debe ser la posibilidad de convertirse en espía de la naturaleza en su estado más salvaje, tal como se hace durante las excursiones que la familia organiza en el lugar. De hecho, el Hato Piñero –además de recibir turistas– alberga estudiosos de la fauna y flora venezolana. Yo, aburrida en mi habitación y sentada en la mecedora en la que suelo leer, suspiro ante la fantasía de una canoa llanera, en tiempos de lluvia, durante una puesta de sol naranja. Oigo el sonido de las aves que graznan como recibiéndome. Y estoy segura: ¡municipio Girardot, espérame pronto! :-D
Desconocía que en Venezuela tuviéramos uno de los primeros ejemplos históricos de ecoturismo. Amantes del llano, la familia Branger tiene una especie de posada en un ambiente totalmente preservado de la contaminación. De hecho, albergan cientos de especies distintas de animales. Su atractivo turístico como posada reside básicamente en promover diversión natural, que no atenta ni altera la naturaleza.
Imagino que una de las bondades del hato debe ser la posibilidad de convertirse en espía de la naturaleza en su estado más salvaje, tal como se hace durante las excursiones que la familia organiza en el lugar. De hecho, el Hato Piñero –además de recibir turistas– alberga estudiosos de la fauna y flora venezolana. Yo, aburrida en mi habitación y sentada en la mecedora en la que suelo leer, suspiro ante la fantasía de una canoa llanera, en tiempos de lluvia, durante una puesta de sol naranja. Oigo el sonido de las aves que graznan como recibiéndome. Y estoy segura: ¡municipio Girardot, espérame pronto! :-D
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